Archipiélago es el itinerario de un accidente que tiene lugar en 2011 en la casa que Natalia Escudero López estaba utilizando como taller en Zaragoza. En un momento dado un plato de loza blanco que formaba parte de una vajilla familiar cae y se rompe sobre el suelo de color oscuro de una de las estancias de la casa. En un ejercicio de asimilación, dejó reposar el fragmento cerámico en el suelo, para luego volver sobre él debido a un inusitado interés por lo que acababa de ocurrir. Esta experiencia le llevó a investigar sobre las connotaciones que podía tener un fragmento cerámico
y así es como empieza su primer contacto con la cultura japonesa, en concreto con la técnica de restauración cerámica kintsugi.
Unos años más tarde, entre finales de 2018 y principios de 2019 emprende un viaje a Japón para realizar dos estancias de investigación en el Yokubo Art Space de Tokio. Estando allí empieza a intuir el vínculo que puede existir entre el fragmento cerámico y las características del país, del archipiélago. Todos los movimientos sísmicos que conforman el archipiélago de alguna manera podían guardar relación con la existencia de la técnica del kintsugi, ya que de alguna manera las vibraciones de la tierra desencadenan situaciones en las que la vajilla car al suelo, se desprende
y es necesario restaurarla. Tras mucha observación, Natalia Escudero López percibió que de alguna manera esos fragmentos de cerámica que son de tierra y barro se podían convertir en islas y formar archipiélagos personales, igual que los que se esparcieron por el suelo de su taller.
Es entonces cuando investigando da con la página web del Instituto Nacional de Investigación de Desastres Naturales desde la que se pueden descargar gráficas que describen los movimientos
sísmicos acaecidos diariamente. Esas gráficas, sugerentes a nivel poético, compuestas por una maraña de datos, números y líneas, se convierten en objeto de estudio para reinterpretar movimientos sísmicos. Para llevar a cabo esta reinterpretación, se puso en contacto con artesanos locales que le donaron una serie de fragmentos cerámicos rojos que no necesitaban.
Tomando como referencia los movimientos que iban teniendo lugar a lo largo de su estancia, empezó a reinterpretar esos movimientos a través de una serie de acciones en las que usaba su propia corporeidad para desplazar los fragmentos cerámicos sobre la superficie horizontal del suelo de su taller, funcionando las gráficas que tomaba de referencia como partituras coreográficas. A su vuelta a España decide continuar el proyecto y se reencuentra con la vajilla de loza blanca que había heredado de su familia paterna, con la que decide reinterpretar los movimientos que dieron lugar al gran terremoto del Japón Oriental el 7 de marzo de 2011, un día antes de que su abuelo falleciera.
Así, selecciona las gráficas pertenecientes a los movimientos sísmicos ocurridos entre el día 7 de marzo de 2011 y el 11 de marzo de 2011, que le permitieron revisar todo lo que ocurrió en aquel momento a través de la vajilla de su abuelo que iba deteriorándose paulatinamente debido a la variación de movimientos, algunos más leves y otros más agresivos a los que fue sometida por el cuerpo de la artista, que empieza a tener un papel muy importante en el revisar ese proceso tan dramático que nos sacudió tan lejos pero en su caso tan cerca.
Los objetos fragmentados con los que trabaja Natalia Escudero López tienen una dimensión temporal, contienen tiempo y experiencias, aparecen en contextos concretos de los que surge una investigación, haciendo que el objeto sea inherente a su contexto. Atendiendo al proceso de pensamiento de la artista, se entiende la importancia que tiene para ella la investigación de como una acción tiene consecuencia en las demás y sobre como la dimensión temporal está naturalmente ligada a la dimensión física, al espacio. Archipiélago es testigo de la transformación progresiva de un proceso que ayuda a la artista a remitirse a los momentos iniciales de la memoria.
©Natalia Escudero,2022
